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segunda-feira, 24 de dezembro de 2007

Mensagem de Natal de Sua Santidade Bartolomeu I, Patriarca Ecumênico




Constantinopla., 24 de diciembre de 2007
TESTIMONIO PATRIARCAL SOBRE LA NAVIDAD
+BARTOLOMÉ POR LA GRACIA DE DIOS,
ARZOBISPODE CONSTANTINOPLA, NUEVA ROMA Y PATRIARCA ECUMÉNICO,
A TODA LA GREY DE LA IGLESIA:
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ DEL SALVADOR CRISTO NACIDO EN BELÉN.


“Cristo nace, glorificad,
Cristo de los cielos, contestad”.


Queridos hermanos e hijos en el Señor, Con mucha alegría, nuestra Iglesia nos invita a glorificar a Dios por la presencia personal de Cristo en la tierra, a causa de amor, en la hipóstasis divina y humana de una de las personas de la Santa Trinidad.

Debemos examinar con particular atención el significado verdadero y vivificador del acontecimiento de la encarnación del Hijo y Verbo de Dios. Éste revela a la humanidad, en primer lugar, que Dios es personal y se presenta a nosotros como persona, así como, a nosotros los humanos, nos creó como personas, y, en segundo lugar, que nos abraza con Su amor. Estos dos acontecimientos, la persona y el amor de Dios, expresan verdades fundamentales de nuestra fe, las cuales, por cierto, hemos escuchado muchas veces. No obstante, la influencia de las mismas en nuestra vida no es toda la que debería ser, porque muchos de nosotros no sentimos la hermandad de Cristo con nuestras personas, ni el infinito amor de Él para con nosotros y, respectivamente, no correspondemos con nuestro amor a Cristo, a fin de que, por medio de la comunión del amor, nos convirtamos en partícipes, a causa de gracia, de Sus demás atributos.

Si de alguna manera se justifican de ignorar al amor de Dios y Su persona, aquellos que no han conocido a Cristo, y es por eso que divagan en la búsqueda de la entidad impersonal a la que consideran como Dios, de ninguna manera nos podemos justificar nosotros, los cristianos ortodoxos, de seguir sus búsquedas sin salida. Estos, nuestros hermanos equivocados, en lugar de buscar a Dios como persona y de acercarse a Él por medio de Jesucristo, que se acercó a nosotros, luchan denodadamente para convertirse en dioses por sus propios medios, así como Adán creyó que lo lograría obedeciendo al espíritu maligno. Pero el verdadero Dios personal, que se conoce sólo por medio de Jesucristo, que nació en un pesebre por amor a nosotros, nos prometió la adopción filial, el retorno al regazo del Padre, y la deificación a causa de gracia, por medio de Cristo. Sólo a través de Cristo se hace realidad el deseo de toda la humanidad de superar la corruptibilidad y el aislamiento del ser sin amor, y al desarrollo de la comunión del amor entre las personas divinas y humanas, que conduce a la eternidad y a la incorrupción.

Dirijamos la vista de nuestros corazones a Jesucristo, recién nacido y recostado en el pesebre, y, pensando en lo mucho que nos ama, amémosle con todo el corazón, la mente y nuestro ser. Sólo a través del amor de Jesucristo nos convertiremos en partícipes de Su naturaleza divina, a causa de gracia, así como Él por amor se hizo partícipe de nuestra naturaleza humana. Intentos antropocéntricos, reflexiones, situaciones psicodélicas y de éxtasis, y otras semejantes experiencias no cristianas, no conducen al encuentro del verdadero Dios del amor personal, sino a la oscuridad profunda y fría, a la sombra de la perdición eterna, a la sensación del completo vacío abismal.

Por ello, queridos hijos en el Señor, amad a Jesucristo que, por nosotros los humanos y por nuestra salvación, se encarnó por amor, y conoced la comunión de Su amor, junto al Padre y al Espíritu Santo, pues nada es más dulce que el amor de este Dios personal. Gran predicador del amor de Dios es el Evangelista Juan el Teólogo que identificó a Dios con el amor y pronunció la máxima “Dios es amor”. Y, después de él, el Apóstol Pablo, que amó a Cristo hasta el final, quien escribió la frase encendida “¿quién nos podrá separar del amor de Cristo?” Ni angustia, ni cuchillo, ni la muerte, ni otro amor puede ser más fuerte que nuestro amor a Cristo.

En memoria de las palabras y de las obras de amor del Apóstol San Pablo y en ocasión del cumplimiento de dos mil años desde su nacimiento, proclamamos el año venidero 2008 como año del Apóstol Pablo. Les deseamos paternalmente y con todo el corazón que Jesucristo que nació en un pesebre por amor, para nuestra salvación, por las intercesiones de Su santísima siempre virgen Madre, de nuestro santo predecesor Juan Crisóstomo, en cuya memoria fue consagrado el año que se va, y del también santo predecesor nuestro, Nifon el refundador y segundo constructor del Santo Monasterio Patriarcal de San Dionisio en Monte Atos, cuyo aniversario cincocentésimo, desde su dormición, festejaremos en el próximo año, así también de los Santos Apóstoles Juan y Pablo, predicadores por excelencia del amor de Dios y de todos los santos, convierta en pesebre Suyo el corazón de cada uno de nosotros y que revele a todos el rostro de Su amor, e invocamos para vosotros Su Gracia y abundante Misericordia.

Buena Navidad, pacífico y bendecido el período de doce días, espiritual y materialmente fructífero el año nuevo.


Fanario, Navidad de 2007

BARTOLOMÉ DE CONSTANTINOPLA,
ferviente suplicante ante Dios por todos vosotros

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